III. La estructura constitucional romana
Tres Sistemas de Gobierno
(SG): Monarquía, República e Imperio (Principado e Imperio Absoluto).
Durante su larga primera vida, los romanos contaron
con tres sistemas de gobierno: la Monarquía, la República y el Imperio,
subdividido en Principado e Imperio absoluto. Por tal razón, elaboraron sendas
estructuras constitucionales para gobernar su vida en sociedad.
SG 1: La Monarquía.
La primera en el tiempo fue la Monarquía que duró
desde la fundación de la ciudad, alrededor del 753 a. C, hasta el 510 a. C.,
fecha convencional para señalar su caída. En esa época Roma era una pequeña
población de agricultores enclavada en el Lacio y limitada por el río Tíber,
cuya extensión territorial no pasaba de 500 kilómetros cuadrados. La religión
era politeísta y se relacionaba con tres tipos de divinidades: los dioses
nacionales, los dioses de la naturaleza y los dioses familiares. Sus
instituciones eran:
a) la familia (domus) que
puede definirse como un grupo de personas unidas entre sípor la autoridad que
una de ellas (el paterfamilias) ejercía sobre los demás, para fines que
transcendían el orden doméstico. El parentesco podía ser por cognación
(consanguíneo) por agnación, que
comprendía a todas las personas que por diversas causas, entraban bajo la
potestad del padre de familia. Se
trataba pues de una familia eminentemente patriarcal;
b) la gens, que
era un grupo de familias que tenían un antepasado en común, por lo que llevaban
también un nombre en común (nomen gentilicio), y que constituían una unidad
política dentro del propio Estado. Aunque todo en esta época cae en el plano de
lo conjetural, es probable que el Estado romano, en sus inicios, no fuera otra
cosa que una federación de gentes y;
c) la clientela,
que estaba compuesta por individuos libres que por alguna razón, se sometían a
la autoridad de un ciudadano romano, obligándose para con él a llevar a cabo
una serie de acciones, y recibiendo como contraprestación su protección ante
los tribunales, así como tierras para el cultivo. También, desde sus inicios,
Roma conoció la esclavitud y la división de la sociedad entre una clase
poderosa y rica que gozaba de todos los privilegios y detentaba los cargos
públicos: los patricios, y otra constituida por el pueblo bajo, desposeída,
prácticamente sin derechos y, por supuesto, sin acceso a dichos cargos.
En un principio la clase mayoritaria debió ser la
de los patricios, pero como ocurre siempre, ésta se encerró en sí misma para
proteger sus privilegios y fue disminuyendo lentamente mientras aumentaba la
clase plebeya, hasta que llegó un momento en que fue tal el desequilibrio, que
derivó en una real lucha de clases; lucha que tiñó de sangre en muchas
ocasiones las calles de la ciudad.
Estructura Constitucional
La estructura constitucional era monárquica. Por
consiguiente, el poder supremo residía en una sola persona: el Rey, quien era
el jefe político, el juez máximo y el supremo sacerdote. Sin embargo, no
podemos catalogarla de “monarquía absoluta” porque el rey no gobernaba solo, lo
hacía con la intervención de los comicios y el asesoramiento del Senado.
Los comicios, que eran las asambleas del pueblo, se
reunían atendiendo a su linaje (comicios por curias) y, a partir de las
reformas del rey Servio Tulio (543 a. C.), a su riqueza (comicios por
centurias) a al lugar donde se encontraban domiciliados (comicios por tribus).
El Senado era un cuerpo consultivo integrado por
los ancianos (senes), probablemente los jefes de las gentes que asesoraban al
Rey, debido a su mayor experiencia y responsabilidad. Al caer la monarquía, la
importancia del Senado aumentó considerablemente por su carácter permanente en
relación con los magistrados temporales que sustituyeron al rey: los cónsules.
SG 2: La República.
La segunda en el tiempo fue la República,
entendiéndose por tal el sistema de gobierno, no vitalicio, que se renueva
periódicamente por la consulta al pueblo. Sin embargo, ya desde los inicios de
la época republicana nos encontramos con la figura del dictador, que era un
magistrado único y extraordinario que asumía todos los poderes, a semejanza del
antiguo rey, por un periodo no mayor de seis meses, en el cual gozaba de
absoluta libertad para tomar todo tipo de decisiones en momentos críticos. Esto
demuestra que desde los tiempos más remotos se consideró ventajosa la
unificación del mando supremo en tiempos de peligro para la nación.
La sociedad romana, en tiempos de la República,
sufrió una profunda transformación en todos los órdenes. De una pequeña ciudad
junto al Tíber, Roma pasó en cuatro siglos, a convertirse en el centro de un
Imperio que abarcaba territorialmente todo el mundo antiguo, desde las costas
del Atlántico hasta el Mar Negro, y desde el desierto de Sahara y Arabia hasta
las Islas Británicas. Fue la etapa de mayor éxito de la política exterior de
Roma, de la gran conquista, que la convirtió en dueña y señora, primero del Mediterráneo
y posteriormente de todo el mundo conocido de la época.
Sin embargo, fue también la época de las grandes
crisis económicas, sociales y políticas que dieron como resultado la ruina del
sistema republicano. Estas fueron:
§ las
luchas entre patricios y plebeyos que derivaron en el triunfo de estos últimos
al lograr una equiparación jurídica con los patricios;
§ la
crisis agraria, bajo el mando de los hermanos Graco, quienes lucharon, sin conseguirlo,
por un reparto más equitativo de la tierra;
§ la
crisis de nacionalidad, dirigida por Marco Livio Druso, quien luchó y logró la
concesión de la ciudadanía romana para todos los habitantes de la península
itálica,
§ la
crisis esclavista, encabezada por el gladiador tracio Espartaco, quien en los
años 73 a 71 a. C. hizo estremecer los cimientos del Estado romano, aunque no
logró la supresión de la esclavitud.
Todas ella dieron lugar a una crisis institucional,
consecuencia de las luchas por el poder, que generaron varias guerras civiles
(Mario vs Sila , Pompeyo vs Julio César y Marco Antonio vs Octavio) y que, como
dijimos antes, darían al traste con el sistema republicano. Aunque parezca un
contrasentido, es evidente que las crisis internas y el éxito externo chocaron
irremediablemente. Quizás este último llegó demasiado rápido y las
instituciones que regían la vida de la sociedad republicana no pudieron soportarlo.
Es por eso que podemos definirla como una de las etapas más interesantes de la
historia de Roma, principalmente durante su siglo final.
Estructura Constitucional
En cuanto a la estructura constitucional, Roma fue
gobernada en tiempo de la República esencialmente por tres instituciones
políticas: la magistratura y el Senado, con la intervención del pueblo a través
de los comicios.
La primera de ellas estaba integrada por los
magistrados (cónsules, pretores, censores, cuestores, ediles curules y tribunos
de la plebe, principalmente) que ejercían diversas funciones. Sus cargos eran
electivos y anuales (salvo el de censor que era quinquenal) y no se permitía la
reelección inmediata. Eran también colegiados (dos titulares para cada cargo,
quienes mediante la intercessio podían paralizar las decisiones tomadas por su
cotitular), gratuitos, y sometidos a un orden jerárquico que ponía a la cima a
los cónsules y en la base al tribuno de la plebe, aunque este magistrado tuvo
siempre un importante poder político y lo ejerció a través de su derecho de
veto a las decisiones tomadas por los patricios. La gratuidad de las
magistraturas (cursus honorum) hizo que el sistema republicano se convirtiera
en una oligarquía, pues solo los ricos que podían ocuparlas sin recibir
remuneración tenían acceso a ella. Las magistraturas mayores, como los
cónsules, tribunos, dictadores y pretores (y los propretores y procónsules en
las provincias conquistadas) contaban con imperium, que era el poder de mandar
y ser obedecidos, mientras que las magistraturas menores (ediles, cuestores y
censores) solo contaban con la potestas , que era un poder de mando desprovisto
de coercitio, que era la facultad de ejecutar lo mandado. Estas magistraturas
fueron primero ocupadas solamente por los patricios, pero gracias a su lucha
incesante, los plebeyos lograron acceder a ellas y equipararse así con los
primeros.
En cuanto al Senado, este tuvo sus épocas de gloria
y de declinación durante la República. Alrededor del siglo iii a. C. y en
adelante, llegó a adquirir un control casi total en la vida política de la
ciudad debido, por una parte, a la incompetencia de las masas populares que
integraban los cuerpos comiciales, y por otra, al gran poderío que iba
obteniendo Roma a través de las guerras de conquista. Esto hizo necesario que
la orientación política, tanto externa como interna, se concentrara en manos de
ciudadanos expertos que ya tenían la de práctica de gobierno por haber ocupado
antes algunas magistraturas. Sin embargo, en el siglo final de la República y
debido a todas las crisis que en él se suscitaron, la autoridad del Senado
comenzó a tambalearse, haciéndose más acuciada la situación en tiempos de Julio
César, a quien como ya sabemos, le costó la vida su actitud de enfrentamiento
con el ordo senatorial. Fueron amplias las funciones que tuvo el Senado en este
periodo. Era de su competencia el ordenamiento del culto y la vigilancia del
derecho sacro, la administración de la hacienda pública, las relaciones exteriores,
así como funciones de tipo militar. Intervino también en el proceso legislativo
a través del ejercicio de la autorictas patrum, que consistió en avalar las
resoluciones tomadas por los comicios.
Estos quedaron reducidos por el declive que
sufrieron los comicios curiados y los centuriados en beneficio los tribales,
debido a que la plebe logró imponer una nueva organización comicial, de
carácter territorial, con el fin de que participara en ellos toda la
ciudadanía, sin privilegios de linaje o de fortuna.
Además, durante esta época surgió y subsistió otro
tipo de asamblea popular, la Concilia plebis , que reunía a los plebeyos bajo
la convocatoria de su tribuno, cuyas decisiones, aunque en sus inicios solo
obligaban a estos, con el transcurso de tiempo, a través de la Lex Hortensia, adquirieron
obligatoriedad para todos los ciudadanos sin excepción.
SG 3.1. : El Principado.
(No Absoluto)
La tercera fue el Principado, instaurada por
Octavio, sobrino e hijo adoptivo de Julio César, quien tuvo la habilidad de
crear una especie de “imperio democrático” para salvar en parte las
instituciones republicanas, aunque permitiendo el control político, cada
momento más acentuado, en manos de un ciudadano, que sin dejar de ser tal, era
el primero entre todos ellos: el príncipe (princeps inter cives).
A través de una serie de resoluciones adoptadas por
el Senado y los comicios, Octavio, a quien a partir de ahora se le llamaría
Augusto, fue concentrando en sus manos las facultades y prerrogativas que hasta
entonces se encontraban distribuidas a los magistrados, esto es, el poder
consular y la facultad tribunicia, lo que le otorgó la inviolabilidad y el
derecho al veto. Por otra parte, fue senador, censor, supremo jefe militar,
director de la moneda y de la política internacional. Con esos poderes, Augusto
gobernó durante un largo periodo en el que organizó el erario, el ejército y la
administración de las provincias conquistadas, embelleció la ciudad con
magníficos edificios públicos y templos (según el historiador Suetonio, Augusto
se jactaba de haber recibido una ciudad del ladrillo que había convertido en
una ciudad de mármol), fomentó la moralidad con estrictas leyes que regulaban
el comportamiento de los romanos, así como el nacionalismo, mediante normas
tendientes a proteger la identidad romana. Además, desde un punto de vista
literario, su época fue el “Siglo de Oro” de las letras latinas, floreciendo en
ella filósofos, historiadores, poetas y dramaturgos. Dentro del campo del derecho
llevó a cabo una serie de reformas que dieron la pauta para el gran desarrollo
jurídico que caracterizó la época clásica al rodearse de grandes juristas para
que le asesoraran enmateria de derecho a través de una institución realmente
novedosa: el Concilium Principis, y estableció el ius publicum respondendi ex
autoricate principis, que significaba otorgar a los más eminentes juristas el
poder de hablar por boca del príncipe en su materia, por lo que, con el
transcurso del tiempo, sus opiniones jurídicas llegaron a convertirse en normas
de obligatorio cumplimiento para todos; ambas medidas fueron de suma
trascendencia para el desarrollo de la jurisprudencia clásica.
Pero sin lugar a dudas, su logro más importante fue
el establecimiento de la paz, la llamada “paz octaviana”, tan necesaria ya para
los romanos después de la turbulenta República, que no sólo abarcó su largo
reinado, sino que imperó, con algunos intervalos de agitación, durante tres
siglos más. A la dinastía instaurada por Augusto, la de los Julios-Claudios
(Augusto, Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón), siguieron la de los Flavios
(Vespasiano, Tito y Domiciano), la de los Antoninos (Nerva, Trajano, Adriano,
Antonino Pio, Marco Aurelio y Cómodo), que duró casi 100 años y que estuvo
integrada por los emperadores que mayor gloria y estabilidad le dieron al
imperio romano, y la de los Severos (Septimio Severo, Caracalla, Heliogábalo y
Alejandro Severo), también llamada de los emperadores militares, con la que se
cierra el ciclo del principado.
Y, ¿cómo valorar a Roma y su imperio en este largo
periodo? Pues bien, Roma llegó a su cenit en todos los órdenes, en el de la
extensión territorial con la conquista de la Britania y la Germania, en el de
la cultura, en el del poderío político, en el del desarrollo económico y en el
del derecho, aunque ni los ilustrados emperadores Antoninos pudieron resolver
los antiguos problemas del proletariado urbano, la lucha de clases, el aumento
de los latifundios y le crisis demográfica, todo lo cual, unido a la creciente
presión de los bárbaros que desde tiempo atrás empezaron a invadirla,
precipitaría la caída del imperio de Occidente unos siglos después.
Estructura Constitucional
En cuanto al marco constitucional que rigió a Roma
en este periodo, los príncipes, en un inicio, trataron de conservar una apariencia
republicana, pero con el transcurso del tiempo, cada vez se hizo más patente el
poder unipersonal del emperador en el centro de la constitución del Estado.
Debido a ello, las instituciones republicanas (Magistratura, Senado y Comicios)
fueron experimentando grandes transformaciones hasta llegar a perder totalmente
su importancia. Los comicios, típica representación popular romana, continuaron
al principio teniendo la facultad de elegir a los magistrados, aunque en la
realidad predominaba el deseo del príncipe y se escogían las personas que él
indicaba, hasta que, poco tiempo después, esta facultad electiva fue otorgada
al Senado. También conservaron por un tiempo la facultad legislativa, aunque no
hacían más que aceptar, como en el caso anterior, las propuestas del emperador.
Mucha mayor importancia se le otorgó al Senado que
adquirió la facultad electoral y posteriormente la legislativa, convirtiéndose
el senadoconsulto en fuente formal del derecho. Además, se le otorgó el
gobierno de las llamadas provincias senatoriales, esto es, de aquellas que ya
estaban pacificadas. Sin embargo, tampoco escapó del absolutismo imperial, pues
poco a poco fue perdiendo sus prerrogativas hasta quedar convertido en un
organismo más, sumiso a la voluntad del emperador.
Por último, las magistraturas republicanas no
corrieron mejor suerte y entraron en una etapa fatal de decadencia al
desaparecer la vitalidad y la independencia de que gozaron en el periodo
precedente. Sus funciones se fueron desnaturalizando en la práctica y caducaron
por completo, a la par que sus miembros fueron sustituidos paulatinamente por
funcionarios imperiales que el príncipe nombraba y removía a su arbitrio. Sólo
la pretura pudo conservar su primitiva fisonomía, ejerciendo en Italia y las
provincias la jurisdicción civil a través de los pretores urbano y peregrino.
Sin embargo, comienza también en esta etapa su decadencia con la aparición del
procedimiento extraordinario (extra ordinem) en sustitución del formulario y
con la publicación del Edicto Perpetuo de Adriano (131), que comenzó a limitar su
actividad creadora.
Por otra parte, durante esta época surgió un
magistrado que adquirió gran relevancia: el prefecto del pretorio. Esta
magistratura alcanzó gran relevancia política y jurídica cuando comenzó a
declinar el Principado, tanta que la alcanzaron eminentes jurisconsultos como
Gayo, Ulpiano, Paulo y otros. Por último, podemos concluir diciendo que los honores,
facultades y prerrogativas que poco a poco fue acumulando el Príncipe, produjo
un fuerte desequilibrio entre él y los demás órganos del Estado que se vieron
eclipsados y dominados por aquel. Con el transcurso del tiempo y cuando se fue
alejando la idea de la democracia de la mente de los romanos, el absolutismo,
latente en tiempos de Augusto, cobró fuerza, y con los años se convirtió en una
monarquía absoluta de tipo heleno-asiático, en el periodo posterior.
SG 3.2. : El Principado. (Absoluto)
La cuarta forma de gobierno que se dieron los
romanos fue la del imperio absoluto o dominato, que tuvo su momento culminante
durante el reinado de Diocleciano, quien trató sin lograrlo, a través de una
profunda reforma constitucional, de impedir la decadencia y, más tarde, el
hundimiento del imperio romano de Occidente. Muchas fueron las causas que determinaron
dicho hundimiento y todas, aunque quizás algunas solo en forma incipiente, se
encontraban ya vinculadas al régimen imperial en los dos primeros siglos de su
vida. Estas fueron:
a) el peligro militar consecuencia de las luchas
por el poder, que había nacido desde la época republicana con la instauración
del culto a la personalidad y la organización de un ejército regular; b) la
crisis económico-social al pasar Roma de una economía de tipo esclavista —que
decayó por la falta de conquistas, fuente principal de la esclavitud y por la
influencia del cristianismo— al régimen económico del colonato que
caracterizaría a la Edad Media;
c) la desmoralización de las costumbres en las
clases económicamente privilegiadas y la influencia de otras, de carácter
autoritario, como resultado del contacto con del mundo oriental;
d) el nacimiento y desarrollo de la ideología
cristiana que comienza a aglutinar a las clases populares, aportándoles el
principio de la igualdad de los hombres, así como la idea del cosmopolitismo;
e) la invasión paulatina y en los inicios pacífica
de los bárbaros, que aunque con un grado de civilización muy inferior,
aportaban la suficiente energía, juventud y vitalidad para enfrentarse con
éxito al imperio en decadencia y;
f) la burocratización del aparato estatal, tanto en
Roma como en las provincias, que produce una excesiva centralización, así como
una vulgarización en el campo del derecho.
A la muerte de Alejandro Severo sigue un periodo de
caos en el imperio; en este periodo, llamado de los treinta tiranos de Roma,
los emperadores se suceden en el poder durante exiguos intervalos, basados en
la fuerza de sus legiones, hasta que llega al poder Diocleciano, emperador de
gran talento político, quien lleva a cabo la reforma constitucional antes
citada, con implicaciones políticas, fiscales, administrativas y militares. A
esta reforma se le llamó la “tetrarquía” y consistió en la división territorial
del imperio en cuatro partes: la Italia, el Oriente, las Galias y la Iliria,
que a partir de la reforma serían gobernadas por dos Augustos y dos Césares,
quienes ocuparían el lugar de los Augustos en un lapso de 20 años y procederían
a nombrar a dos nuevos Césares. De esa manera pretendió el emperador solucionar
el problema de la sucesión al trono y acabar con las luchas por el poder a
través de las armas. Además, esta reforma ofrecía un mayor control sobre las
fronteras del imperio, al permitir defenderlas con más éxito debido a la
concentración de las tropas en cuatro secciones territoriales. Además,
Diocleciano reorganizó a fondo la administración civil sobre bases jerárquicas,
colocando al frente de ella a una especie de secretarías de Estado o
ministerios (officia palatina), que dependían directamente de la voluntad del
emperador. Asimismo, para controlar la crisis económica creó, mediante el Edictum
de pretiis (Edicto de Precios), un sistema de tasas coactivas, colocando
también este sector bajo el control imperial. En resumen, una estatificación de
la sociedad, evidente en todos los aspectos, así como la organización de ésta
con base en una autoridad centralizada y ejercida con poderes omnímodos.
Estructura Constitucional
Según la nueva Constitución política, el poder
residió en el emperador (quien se atribuyó un origen divino) y su alta
burocracia, que careció de autoridad propia, aunque la obtenía del primero por
delegación. Los cuatro cargos centrales eran: el quaestor sacrii palatii, especie
de ministro de justicia que tenía como principales funciones redactar las leyes
y las respuestas en materia jurídica, en nombre del emperador; el comes
sacrarum largitionum, algo así como un ministro de hacienda, encargado de la
administración del fisco; el comes rerum privatorum, administrador del
patrimonio de la Corona, separado desde la época de Septimio Severo de la
fortuna personal del emperador; y el magíster officiorum, quizás el más elevado
de los cargos imperiales, ministro de la casa imperial y jefe de las oficinas
de la misma, así como otros cargos de menor jerarquía, con diversas funciones y
dependientes todos del emperador.
En cuanto al Senado, este subsistió, aunque vacío
de poder; esto es, se convirtió en una corporación de carácter honorífico
formada por quienes habían ocupado altos cargos dentro de la burocracia, así
como por profesionistas distinguidos. Ya el emperador legislaba solo, a través
de las Constituciones imperiales, sin necesidad de utilizar al Senado para que
su voluntad se impusiese mediante los senadoconsultos.
Por último las magistraturas republicanas, en
agonía durante el principado, llegaron a su fin, aunque algunas como el
consulado subsistieron, también vacías de poder, hasta que a partir del año 567
, todos los emperadores asumieron el título de “cónsul perpetuo”.
Los otros emperadores importantes de este periodo
del Bajo Imperio o imperio absoluto fueron Constantino y Teodosio II, el
Grande, quienes realizaron reformas de carácter religioso y territorial.
Constantino trasladó la capital de Roma a Constantinopla (la antigua Bizancio)
sentando las bases para la división del Imperio en dos secciones (Oriente y
Occidente) que posteriormente llevaría a cabo Teodosio, y que tuvo, como
dramática consecuencia, la caída del Imperio de Occidente cuando, en el año 476,
el germano Odoacro, destituyó en Ravena, al último de sus emperadores, Rómulo
Augústulo, quien por una ironía del destino llevaba los nombres del fundador de
Roma y de su primer emperador.
En cuanto a la reforma religiosa, Constantino se
convirtió al cristianismo y dictó en Milán el llamado Edicto de Tolerancia (313)
que colocó a los cristianos en una situación de igualdad con respecto a los
paganos, concediéndoles, además, indemnizaciones por los daños sufridos Esto
dio paso a que Teodosio, más de medio siglo después (380), convirtiera al
cristianismo ortodoxo en la religión del Estado, por encima de el paganismo y
el arrianismo (herejía derivada del cristianismo). La ortodoxia cristiana había
vencido.
En resumen, el imperio de Occidente había caído, y
un factor determinante de su hundimiento había sido la soledad en que lo habían
dejado los emperadores del Bajo Imperio. Diocleciano con la instauración de la
“tetrarquía” y el traslado de la capital de Italia a Milán; Constantino con el
traslado de la capital de Oriente a Bizancio; y Teodosio, con la división
oficial del imperio en dos, rompiendo no sólo su unidad territorial y política,
sino también su unidad legislativa. El imperio romano de Occidente había
muerto, era un imperio romano sin Roma, quedaba únicamente su obra cultural: su
lengua, su literatura, su derecho y su religión, transplantadas a una serie de
poblaciones romanizadas, que permitirían que las mismas sobreviviesen bajo
nuevas formas. Posteriormente Justiniano, emperador preocupado por el regreso
al pasado. lograría recuperar parte del territorio perdido y reviviría el
derecho romano clásico en su famosa compilación, aunque con matices propios de la
cultura bizantina, y adaptándolo a las necesidades del momento histórico que
vivía.
Es un trabajo bastante complejo, sería tan amable de facilitarme algunos autores de referencia? Saludos...
ResponderEliminarInstituciones ??
ResponderEliminarMuy complacido,excelente articulo :)
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